17/02/2017

Así son los hoteles para abejas que luchan por salvar la especie

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Para mucha gente es una sorpresa, pero no todas las abejas viven en colmenas. Existe la falsa creencia que las abejas cada noche vuelven a su colmena como quien vuelve a su casa para dormir. 

Abejas como la osmia, la bombus o la megaquílida viven en solitario, no producen miel y ni tan siquiera tienen aguijón. Sin embargo, son igual de buenas polinizadoras y corren el mismo peligro de desaparecer que el resto por los daños que sufren sus hábitats naturales, como dice Becky Griffin del Proyecto de Espacios Polinizadores de la Universidad de Georgia (EE.UU.).

Para echarles una cable en su supervivencia en la ciudad, se están empezando a contruir "colmenas artificiales" con habitaciones privadas.

Bienvenidos al Hotel Abeja cinco estrellas.

Estas abejas disfrutan viviendo las unas junto a las otras, pero no como para habitar en la estructura altamente jerarquizada de una colmena. Aquí encontrarán todo el confort en unas alargadas habitaciones tubulares de claro diseño futurista. Reemplazarán a la perfección los interiores de cañas o troncos o las fisuras entre rocas donde suelen poner e incubar a sus huevos.

 

Sólo falta el servicio de habitaciones.

El hotelero que quiera ponerse manos a la obra tan sólo necesitará una hora, materiales de desecho y algunas herramientas: ramas y trozos de madera sobrante o recogida del bosque, algunos clavos y un taladro.

Primero hay que construir un cuadro y debe hacerse con madera vieja porque los químicos repelen a las abejas. Una forma rectangular de 20cm x 30cm será suficiente. La habitación tiene que gozar de buenas vistas y por esto debe quedar cerrada por detrás y abierta por delante.

Lo ideal sería que la parte superior que haga de techo sea un poco inclinada para que la lluvia resbale y las abejas no puedan pedir un cambio de hotel debido a las goteras. Para hacerlo se puede usar más madera o metal.

El siguiente paso es acomdar las habitaciones, que se componen de piezas de madera con un agujero de lado a lado. Es importante que esos dormitorios sean de la misma medida para que no sobresalgan del marco.

Y también lo es tener en cuenta que las abejas tienen distintos tamaños y así las puertas deben ser acorde con las medidas de las futuras inquilinas: para las de menos de 0,6 centímetros de ancho, entre 7 y 12 centímetros de profundidad y para los de más de 0,6 centímetros, entre 12 y 15 centímetros de profundidad. Grandes y pequeñas, todas tendrán alojamiento. Aunque cada maestrillo tiene su librillo.

Asimismo, es conveniente que las aperturas se limen bien y que lo huecos entre las habitaciones se rellenen con pequeños trozos de caña o bambú. Los acabados son tan importantes como el diseño exterior.

Por último, habrá que montar el hotel en un poste, un muro exterior o cualquier superficie que permita mantener el hotel en vertical y orientado hacia el sur para asegurar una temperatura adecuada. Y cuidar que no lo ronden más clientes que las abejas, puesto que las avispas u otros insectos podrían darse un festín a mesa puesta en el hotel.

Con suerte, las abejas hembra acudirán encantadas al edificio para acabar de personalizar sus habitaciones en cada agujero con barro, plantas y otras sustancias que les mande su marcado gusto por el interiorismo. Allí depositaran un solo huevo y un poco de polen para que su cría se alimente cuando nazca. Y al salir sellarán la puerta para proteger el espacio hasta que las abejas se conviertan en adultas y salgan en primavera.

Es entonces, tras 11 meses, cuando el constructor de hoteles tendrá que tirar el antiguo y empezar a planificar el siguiente, ya que así se evitará que las abejas se contagien entre ellas o que surjan hongos o floriduras indeseables. Salud y confort para las abejas ante todo.

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