23/02/2017

Pensar el ambiente a largo plazo

Diego Pons es doctor en Biología, especialista en Cambio Climático e investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), donde participa en proyectos para contribuir al manejo  y el uso múltiple sustentable de bosque nativo. Desde su especialidad, expone la funcionalidad del bosque, y hace hincapié en que los usos del suelo, al fin y al cabo, responden a una decisión política. 

“El bosque es una herramienta que tenemos para mitigar el cambio climático, una forma de reducir la cantidad de gases del efecto invernadero. Los bosques son reservorios de carbono. En el contexto de cambio climático, toma mucha importancia el preservar el bosque como el uso que se hace”, detalla el especialista. 

Pons explica que, a nivel mundial, los bosques son reemplazados por diferentes usos, la agricultura y la ganadería son los principales motores de la deforestación. Pero, a veces, tan importante como la deforestación es la degradación de los suelos. El biólogo recomienda que al momento de debatir sobre el uso del bosque, se considere también que hay personas que lo habitan y hacen uso de él. Esto generalmente se desconsidera al momento de debatir los usos, y el consecuente mapeo, del bosque. 

Cuenta que Argentina está entrando al proyecto Redd+, el que “propone retribución económica a cambio de mantener una determinada superficie de bosque”. 

¿Qué es Redd+? En 1994, la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) entró en vigor confirmando que “el problema del cambio climático es real” y, por consecuencia, es necesario planificar para disminuir y controlar la problemática. 

Redd+ es un programa que busca “reconocer y proveer incentivos positivos a los países en vías de desarrollo para proteger sus recursos forestales, mejorar su gestión y utilizarlos de manera sostenible”. Redd+ alienta la “Reducción de Emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la Deforestación y Degradación de los bosques” -de allí sus siglas-. En concreto, las empresas que deben reducir sus emisiones de carbono, bien pueden realizar modificaciones técnicas, o comprar “bonos de carbono”. 

En el “mercado financiero de carbono”, cada bono corresponde a una cantidad de hectáreas de bosque en países americanos, asiáticos y africanos, cuya finalidad es mantener los reservorios de carbono. El dinero va para el propietario del lote, el productor o los que viven dentro del bosque. Es una idea verde e innovadora, como cuestionable en términos globales y de empoderamiento económico, de cómo pensar la inmensa industrialización y sus emisiones de carbono.  

 

Noticias de ayer

Desde el ingreso al neoliberalismo y con el cambio de modelo agropecuario al monocultivo de soja, la frontera ganadera se ha expandido. “En esto de querer extender el territorio para tener más tierra agrícola, la ganadería  se ha desplazado hacia los sistemas más marginales, entrando en conflicto con áreas naturales como el bosque nativo”, alerta el científico y reflexiona que sin monte, a la larga, el suelo puede volverse estéril.

Desde su especialidad, el cambio climático, Pons describe las proyecciones para nuestra zona: “mayor duración del periodo seco -estación que coincide con nuestro invierno- y  precipitaciones más intensas. Por ejemplo, los 300 ml de toda una temporada caen en tres eventos. Eso hace que tengamos inundaciones porque los sistemas no son capaces de contener esa agua”. Y agrega que en un sistema donde no hay cobertura, eso es peor. “Es necesario conservar el recurso del bosque serrano para conservar la cuenca y evitar deslizamientos e inundaciones, que se dan por la degradación que tiene el bosque”, enfatiza. Ya pasados dos años de las inundaciones acontecidas en Sierras Chicas, continúan los reclamos de quienes han perdido mucho y se les ha devuelto, o contenido, poco. 

 

Reforestar con ¿islas?

En el discurso inaugural del corriente año legislativo, el gobernador Juan Schiaretti mencionó la “reforestación de los campos”, entre el 1 al 5% de su superficie. Si se reforesta por “islas”, es probable que la función y los servicios que presta el bosque sean escasos o nulos. “Si tenés cuatro campos contiguos pero se reforestan en forma desperdigada, no sirve -ejemplifica el científico-. Pero si en los cuatro se reforesta en el mismo lugar, por ejemplo, en los límites, genera un corredor y ahí cambia”. 

Asimismo, aclara que no es lo mismo hacerlo con especies autóctonas que con especies exóticas, ya que son sistemas diferentes. “Es un esfuerzo loable, pero tiene que estar planificado para que sea ecológicamente funcional. Con pino o eucalipto, no hay funcionalidad ecológica”, dice. Además, reflexiona que “para el productor, poner el 5%, puede verlo como una pérdida de ingresos, por cambio en tierras agrícolas productivas. Entonces, más allá de la multa, eso no es funcional si el Estado no avala y estimula por otras vías, como puede ser el pago de servicios ecosistemicos” (ver caso Redd+). 

 

Responsables ausentes

“Desde la ausencia del Estado como regulador hace que se den estas presiones de avanzar sobre lo que queda de monte. Tiene que haber una política activa y clara por parte de la Provincia de proteger los recursos, y no existe ni siquiera en las partes que son necesarias como en las zonas de cabecera de cuencas”, especifica Pons. 

“No se puede esperar que la solución llegue mañana. Se tiene que hacer una planificación a largo plazo, y los políticos suelen no lo verlo así. Los tiempos de la naturaleza no son los tiempos de los políticos. Los sistemas tienen su dinámica para desarrollarse y mantenerse”, finaliza y remarca que, principalmente, “las recomendaciones técnicas están, pero no son vinculantes. Lo que se hace con el bosque es una decisión política. Eso es lo que está en discusión”.

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